• En julio se cumplen 11 años del fallecimiento de la poeta, ensayista y traductora nacionalizada mexicana

Considerada por Octavio Paz como una “poetisa visual”, Ulalume González de León no solo fue heredera de uno de los movimientos literarios más importantes del siglo XIX, el simbolismo, sino que lo modernizó bajo una poesía provocadora y creativa, coherente de una refinada cultura y una vivaz inteligencia que le abrió paso a un legado que aún está por reconocerse.

En el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, la Secretaría de Cultura Federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, recuerdan el onceavo aniversario luctuoso (17 de julio) de la poeta, ensayista y traductora, autora de obras reconocidas como Plagios. Poesía 1968-1979 (2001) y El riesgo del placer (1978), que le mereció el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores.

En entrevista, el escritor Víctor Manuel Mendiola afirmó que Ulalume supo releer, a través de su propia escritura, la obra de poetas franceses como Paul Verlaine y sobre todo Stéphane Mallarmé, dos de los máximos representes del simbolismo a quienes se les atribuye el desarrollo de esa estética en la década de 1870.

Aunque no escribió poemas largos como ‘Un golpe de dados’, sí escribió poemas con una forma perfecta como los de Mallarmé y conocía muy bien a los simbolistas belgas. Pero ella, junto con otros poetas excelentes del siglo XX realizó algo más: transformó al simbolismo y lo hizo poesía moderna al mezclarlo con los juegos y el poder de lo onírico”, expresó por escrito.

El autor de Tan oro y ogro (2003) reconoció que en la poesía de González de León hay un recurso visual innegable, pero que éste no es más importante en ella que el recurso de una fina inteligencia o de la construcción de extrañas narraciones poéticas: “No en balde, ella tradujo del inglés Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Como en el libro de Carroll, en la poesía de Ulalume hay cuento y, al mismo tiempo, una inteligencia fuerte y vivaz”, detalló.

Asimismo, el poeta y ensayista Adolfo Castañón coincidió en que el trabajo de la autora de A cada rato lunes (1970) remite a la tradición francesa, aunque también a otras como la hispanoamericana: “Los ‘Plagios’, ‘Juegos’, ‘Canciones’, 'Comentarios', 'Nonsense verse', los ‘metalenguajes', las apariciones y desapariciones practicadas por la poeta y traductora, refrendan esa capacidad de Ulalume para heredar y renovar tradiciones, incluido desde luego el llamado 'Simbolismo'”, explicó en entrevista por escrito.

El ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2008 ahondó en la capacidad visual de Ulalume. Por un lado, explicó, se asocia con su facultad para traducir del lenguaje de la poesía las formas de la luz, el contraste, el color; por otro, su capacidad para proyectar en imágenes plásticas o geométricas percepciones acústicas. “En resumen, por la agudeza de sus modos de ver y, como diría Saúl Yurkievich, de 'trasver'”, escribió.

Raíces charrúas       
Aunque nació en Montevideo, Uruguay, el 20 de septiembre de 1932, Ulalume González de León radicó en México desde 1949 y en 2009 la hizo su nacionalidad electiva. Fue hija de los poetas uruguayos Sara de Ibáñez y Roberto Ibáñez, quienes así la bautizaron en referencia al poema “Ulalume”, escrito por Edgar Allan Poe tras la muerte de su esposa Virginia Clemm, en 1847.

González de León colaboró en publicaciones como Alphée, Escaldar, Le Courrier, Le Journal des PoétesPlural y Vuelta, estas dos últimas dirigidas por Octavio Paz y en donde Ulalume colaboró con traducciones y juegos intertextuales: “Por ejemplo, el juego intertextual que realizó con el famoso texto sobre ‘el huevo duro’, de Antonio Machado”, afirmó Víctor Manuel Mendiola.

Obtuvo el Premio de Poesía La Flor de Laura 1979 otorgado por el Centro de Estudios Internacionales sobre Petrarca, París (Francia), así como el Premio Alfonso X 1991 por su trayectoria como traductora (compartido con Julio Pimentel). Escribió cuento, poesía y ensayo, además de haber traducido obras de Lewis Carroll, E. E. Cummings, Swinburne, Yves Bonnefoy y Valery Larbaud, entre otros.