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Considerado el más conspicuo crítico de la literatura mexicana de la segunda mitad del siglo XX, Emmanuel Carballo ganó enemigos, pero sobre todo amigos por la certeza de su mirada.

El ensayista, narrador, crítico literario y poeta, Emmanuel Carballo nació en Guadalajara, Jalisco, el 2 de julio de 1929, y falleció en la Ciudad de México el 20 de abril de 2014. En su juventud frecuentó la poesía y la prosa narrativa y a partir de la madurez se dedicó a la historia y la crítica literaria. 

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura recuerda a quien fuera miembro del Sistema Nacional de Creadores y del Sistema Nacional de Investigadores, y formó parte del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México.

Además, fue un reconocido impulsor de casas editoriales y revistas, colaborador constante e incansable de publicaciones especializadas, conductor de programas de radio y televisión, y al gran promotor cultural desde distintas instituciones educativas y culturales del país.

Realizó estudios de Derecho en la Universidad de Guadalajara, donde fue profesor, investigador de tiempo completo y Maestro Emérito. Allí fundó las revistas Ariel y Odiseo; en la Ciudad de México, junto con Carlos Fuentes, creó la Revista Mexicana de Literatura y fue becario del Centro Mexicano de Escritores y de El Colegio de México, entre muchas otras actividades. Como editor creó la Editorial Diógenes y fue director literario de Empresas Editoriales.

Carballo solía definirse a sí mismo en su tarea de crítico literario, con cierta ironía: “Soy una figura molesta pero necesaria. Mi papel se presta más a la censura que al elogio. Y es natural, el crítico es el aguafiestas, el villano de película del Oeste, el resentido, el amargado, el ogro y la bruja de los cuentos de niños…, el que exige a los demás que se arriesguen mientras él mira los toros desde la barrera.

“Si lo anterior fuese cierto, el oficio del crítico estaría más próximo al mundo de la delincuencia que a la ley de responsabilidades. Y creo que la crítica es (o debería ser) una profesión como otra cualquiera, con sus derechos y obligaciones”.

El autor de Amor se llama, Los dueños del tiempo Eso es todo, argumentaba: “El crítico tiene el compromiso de probar que sus juicios son correctos, que no habla de memoria sino que, por el contrario, sus ideas están respaldadas por la realidad estética de la obra que analiza. Por otra parte, tiene el derecho de decir lo que piensa tal como lo piensa, sin eufemismos, sin presiones, en voz alta y con toda la boca. Si yerra, que las letras mexicanas se lo reprochen; si acierta, que aplacen su sentencia de muerte y lo dejen vivir en paz sus contados días”.

Pero también sabiendo que su tarea de crítico literario era bien recibida, él mismo reconoció: “A lo largo de 60 años he tratado de ser fiel a mí mismo y congruente con las ideas en que sustenté y sustento mis tareas como escritor y hombre preocupado por sus semejantes”.

Entre su obra literaria destaca: El cuento mexicano del siglo XX (1964), Diccionario crítico de las letras mexicanas en el siglo XIX (2001), los dos primeros tomos de sus memorias Ya nada es igual (2004) y Diario público 1966-1968 (2005), además, y entre otros, la más importante obra de su género (escrita en colaboración con otros colegas), la clásica Protagonistas de la literatura mexicana (1965), reeditada en varias ocasiones.

El escritor y amigo de Carballo, Juan Domingo Argüelles, comenta: “Sabemos que un maestro no sólo enseña lo que sabe, sino que, por encima de todo, enseña lo que es. Nadie puede dar ejemplo de lo que no hace ni de lo que no es. Nadie puede conseguir que los demás crean en algo si el que ofrece las lecciones teóricas no cree en lo que enseña.

“Las lecciones que me ha dado, y a las que ha sido fiel Emmanuel Carballo son sobre todo dos: decir lo que se piensa, y pensar lo que se dice. Contra toda consecuencia, pero siempre con honradez intelectual y con conocimiento de causa”.

Fallecido en 2014 a la edad de 87 años, Carballo deseaba fervientemente: “Como crítico me sucederá lo que un día observó Alfonso Reyes: llegará un joven en el último barco y pondrá en tela de juicio todo lo que pensé y edifiqué y se pitorreará de mí. Y yo ya estoy esperando a ese joven que va a tener razón, como yo la tuve cuando fui irrespetuoso con mis mayores”.

Emmanuel Carballo recibió en vida numerosas distinciones por su labor en las letras mexicanas y en los medios de comunicación, entre ellos la Medalla José María Vigil (1956), los premios Jalisco de Literatura (1990), Arlequín (1999), Iberoamericano 2005 de las Jornadas por López Velarde, Mazatlán (2006), Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2006), Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez (2006), Medalla Alfonso Reyes 2008 y la Medalla de Oro de Bellas Artes en reconocimiento a su trayectoria, en 2009.