• El INBAL y la Academia Mexicana de la Lengua rindieron homenaje a Eduardo Lizalde por sus 90 años
  • Colegas, amigos, familiares y lectores se reunieron en la Capilla Alfonsina para celebrar al autor de El tigre en la casa 

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y la Academia Mexicana de la Lengua rindieron homenaje al escritor Eduardo Lizalde, El Tigre, por sus 90 años. La actividad se llevó a cabo el jueves 27 de junio por la noche en la Capilla Alfonsina, con la participación de Jaime Labastida, Gonzalo Celorio, Alejandro Higashi y Vicente Quirarte, donde el músico y filósofo sorprendió con un poema inédito de su autoría.  

 El asombro al que obliga su poesía impregnó las palabras de sus colegas, que analizaron las obras del homenajeado. El primer sorprendido fue Alejandro Higashi, quien observó en los poemas “alta precisión conceptual”, como ocurre en los contenidos de El tigre en la casa, que están “más del lado de la alegoría que de la pura imagen. Lizalde dosifica el ritmo vibrante y lo somete al indicio narrativo y a la relación de la epifanía. Para él, la prosa y la poesía no deben andar deshermanadas”.

Alejandro Higashi analizó el poemario La zorra enferma, con el que su autor ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. “Lizalde nos demostró una cara insospechada, pero muy clásica, de su lucidez: la del epigramista que con ingenio y humor censura la ignorancia del lugar común. Nada parece escapar a su mirada curiosa, aguda y penetrante”, comentó.

Durante su intervención, Vicente Quirarte dijo que Lizalde es uno de los poetas que lo formó: “Me enseñó que el poema es un objeto autónomo, vampiro de la vida, pero alejado de ella desde el instante en que acepta su propia soledad, orgullosa e insobornable. 

“La poesía de Lizalde cautiva por su musicalidad, su precisión conceptual y la contundencia de sus metáforas. Pero nos marca de manera perdurable y su experiencia debe comprobarse en la edad en que todo nos vulnera. A esa ponzoña inimitable, a esa voluntaria temporada en el infierno, pertenece la poesía de Eduardo Lizalde. El tigre que tensa con su aterradora simetría las cuerdas de una de las poesías de mejor y más alto timbre entre nosotros”, expresó.

Por su parte, el escritor Jaime Labastida comentó: “Quiero celebrar no solo los 90 años de Eduardo Lizalde, sino los 60 años de amistad que nos han unido.  Para empezar, diré lo que es obvio, que su poesía se encuentra en evolución y desarrollo constante”.

En la primera etapa del poeta se encuentra el método analítico del trabajo poético —agregó el escritor—, un intento por descomponer sus elementos más simples, la esencia de la poesía. Ese proceso no resultó como él esperaba, pero le proporcionó sedimento para la construcción del poema en grande, el rigor, la negativa a cualquier forma de complacencia. 

“Lizalde nace como un poeta completo, con dos libros extraordinarios: Cada cosa es Babel, de 1966, en el que ya daba muestras de audacia y renovación de la actividad poética en México. El segundo, El tigre en la casa, un poema orgánico en el que se conjugan de manera magistral la pasión y la inteligencia. Crea una zoología poética propia, en la que los animales juegan cada uno su papel”, explicó.

Finalmente, Eduardo Lizalde habló con esa felicidad irónica que lo caracteriza: “¡Qué puedo decir! Estar, tras muchísimos años, con gente que admiro y que nunca creí que llegaran a leer con tanta profundidad mis extensos textos. No sé qué más puedo decir después de tantos miles de versos escritos”.

Comentó que su último poema, aún inédito, pero próximo a su publicación, tiene como tema la muerte. “Curiosamente en mi infancia, cuando había leído a muchos escritores españoles, mexicanos y de otras lenguas, mi primer poema fue sobre la muerte: un soneto en heptasílabos que todo el mundo celebró y con el que mi familia me declaró poeta. 

“Mucho tiempo después de leer y admirar a grandes poetas del mundo mexicano, del modernismo, del realismo y de la literatura extranjera, comprendí que debía tratar de escribir un poema. Llegaba a más de los 20 años y publiqué un libro de técnica más o menos decorosa y popular, La mala hora, que no respondió ni celebró nadie”, mencionó. 

Agregó que tardó muchos años en encontrar un camino que le permitiera expresarse como un poeta que no fuera una copia de lo ya leído, “como con Cada cosa es babel, que era un intento de imitar las grandes tareas y hazañas de Los Contemporáneos, como Muerte sin fin, ese poema traumático que cada autor posterior a Gorostiza trató de reproducir. Escribí entonces ese monstruoso, pavoroso e intelectual rollo poético que me llevó muchos años de literatura y trabajo.

“Por fin, escribí El tigre en la casa. Pensé que era un libro desagradable, agresivo y hasta violentamente verbal que nadie celebraría. No, se convirtió en una especie de poema clásico. Los jóvenes lo reproducían en videógrafo en el campus universitario. Después de todo lo ya escrito, la muerte, tema universal e infantil, me llevó a escribir este texto inédito, De Senectute, título adecuado para la edad que estoy empezando a cumplir”, concluyó.