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En un punto del tiempo donde el pasado y el presente conviven se desarrolla la trama de La culpa es de los tlaxcaltecas de Elena Garro, considerado pilar de la cuentística mexicana del siglo XX, y que será objeto de una lectura dramatizada, en el marco de la conmemoración por los cien años del nacimiento de la escritora poblana, a cargo de las actrices Mónica Dionne y María Aura, el domingo 10 de abril al mediodía en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. La entrada será gratuita.

 

El libro La semana de colores fue publicado por primera vez en 1964. Aquella edición incluía 13 cuentos y en varios de ellos aparecen las hermanas Evita y Lelinca, hijas de familia, para quienes la realidad es escasa frente a los mundos creados por la imaginación y la fantasía.

 

En un punto del tiempo donde el pasado y el presente conviven se desarrolla la trama de La culpa es de los tlaxcaltecas de Elena Garro, considerado pilar de la cuentística mexicana del siglo XX, y que será objeto de una lectura dramatizada, en el marco de la conmemoración por los cien años del nacimiento de la escritora poblana, a cargo de las actrices Mónica Dionne y María Aura, el domingo 10 de abril al mediodía en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. La entrada será gratuita.

El libro La semana de colores fue publicado por primera vez en 1964. Aquella edición incluía 13 cuentos y en varios de ellos aparecen las hermanas Evita y Lelinca, hijas de familia, para quienes la realidad es escasa frente a los mundos creados por la imaginación y la fantasía.

 

Emmanuel Carballo llegó a afirmar en Protagonistas de la literatura mexicana que los personajes de esta obra “desprecian la razón y la lógica, aceptan como único rumbo posible la fantasía y viven presos en un mundo fascinante y peligroso hecho de supersticiones, consejas y mitos”. Por estas historias también deambulan personajes como el zapaterito de Guanajuato y su nieto Faustino, la mujer del hermoso pelo negro, el brujo don Flor, un duende y Lucía Mitre, entre otros.

 

Esta fantasía es reflejada del mismo modo en el relato más conocido del volumen: La culpa es de los tlaxcaltecas, en el que Laura, la protagonista de la historia, se desenvuelve entre el pasado y el presente para formar un tiempo mítico en el cual lo ocurrido hace cientos de años confluye con la actualidad. El lector se encuentra entre dos mundos diferentes y a la vez paralelos: el de la caída de Tenochtitlan, donde pelean los tlaxcaltecas, y el México moderno del siglo XX.

 

“— ¿Sabes, Nacha? La culpa es de los tlaxcaltecas”, le comenta Laura a su cocinera, después de haber entrado con su traje quemado y sucio, mucho tiempo después de su desaparición en un accidente en Guanajuato,  por lo cual ya la daban por muerta. A partir de ahí de desdobla otro tiempo. Laura hace un viaje en el que conoce a su primo-marido, un indígena que la reconcilia con sus raíces mestizas y le provoca un sentimiento de culpa por la caída de Tenochtitlan.

 

En su ensayo Los días se tocaban con la punta de los dedos, el crítico Geney Beltrán asegura que el elemento más importante de esta ficción es una idea no racionalista del tiempo. Es decir: se puede llegar a un punto donde todas las eras se concentran y por lo tanto conviven el pasado, el presente y el futuro, lo cual da a la protagonista de esta historia la oportunidad de liberarse de la restricción de tener que vivir en una sola época y un solo sitio, y provoca que se expandan los rangos de su vida y su sensibilidad.

 

Al parecer, Laura tiene un esposo en cada tiempo en el que vive: un guerrero indígena en el siglo XVI y un hombre del XX. A lo largo del cuento, Nacha es una suerte de confidente para Laura, quien busca responder a través de ella todas esas preguntas que salen de su memoria. Ambos personajes revivirán en las voces de Mónica Dionne y María Aura.

 

 

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