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Con un llamado a rescatar la vida y obra de Nahui Olin, a revalorarla fuera de prejuicios y estereotipos, el martes por la noche se llevó a cabo la charla titulada Paraíso de toda inteligencia: Nahui Olin, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

 

“Mostró siempre una manera desprejuiciada de vivir, de sentir y desenvolverse dentro de la sociedad y las expresiones artísticas; fue, sin duda, pionera en el cuestionamiento del papel de las mujeres dentro de la sociedad, e inauguró una brecha que llevó a la mujer moderna a desenvolverse en la cultura, las artes y la sociedad entera”.

 

En ello coincidieron los escritores e investigadores Beatriz Saavedra y Víctor Mantilla, quienes bajo la moderación de Noemí Luna expusieron sus puntos de vista, cada uno a partir de sus campos de especialización: la primera como investigadora y el segundo como curador de la muestra que alberga el Museo Nacional de Arte (Munal) con obra de Nahui Olin.

 

En su presentación, la moderadora Noemí Luna calificó a Nahui Olin como una mujer sorprendente, polifacética y fuera de serie, ya que dominó y manejó doce técnicas pictóricas, escribió poesía desde los 10 años de edad, incursionó en la música, practicó el performance y vivió más de ocho años en una cultura nueva y ajena (Francia), y en todos los casos dejó un amplio legado que aún espera ser analizado y revalorado, coincidió con la especialista Beatriz Saavedra.

 

Nahui Olin, cuyo nombre verdadero fue Carmen Mondragón Valseca (Ciudad de México, 1893- 1978), “rompió estereotipos en la parte de libertad femenina y si hay una palabra que la define claramente esa sería intensidad, pues fue una mujer que vivió intensamente en todos los aspectos de su vida, desde el amoroso hasta el pasional”, agregó Beatriz Saavedra.

 

Hija del poderoso general porfirista Manuel Mondragón, Nahui Olin fue una mujer y una artista que transgredió los valores opresivos de la sociedad mexicana de principios del siglo XX. Educada en la disciplina, se rebeló contra los preceptos impuestos por la sociedad y su madre y “se convirtió en una de las artistas más inquietas y versátiles de su época: mujer de belleza extraordinaria que posee todos los aspectos de la locura en el sentido filosófico del término”, dijo Saavedra.

 

Y recordó que la escritora Elena Poniatowska en su libro Las siete cabritas la colocó en el grupo de grandes mujeres mexicanas transgresoras de su época, poseedoras del signo que acarrea la alocución española estar loca como una cabra: Frida Kahlo, Pita Amor, Rosario Castellanos, Nellie Campobello, María Izquierdo, Elena Garro, mujeres que por derecho propio han pasado a la historia, subrayó.

 

Por su parte, Víctor Mantilla, quien colaboró en la curaduría de la exposición Nahui Olin. La mirada infinita, que alberga el Munal, comentó que dicha muestra no buscó resolver nada, pero tampoco reforzar ideas y mitos que giran alrededor de la artista, como si estaba loca, si mató a su único hijo, o “que si era una especie de socialité en su tiempo”.

 

Dijo que, en su colaboración para la muestra citada, Nahui Olin ciertamente “generó conflictos” al tratar de “situarla”. Mencionó que el nombre que adoptó se lo dio su compañero, Gerardo Murillo, el Dr. Atl, y ella lo aceptó abiertamente y lo usó, dado su significado en náhuatl.

 

Carmen Mondragón, agregó, se caracterizó por ser una mujer activa, dinámica, incontrolable, que buscó la liberación de su propio ser, de su alma, de su cuerpo y de su sexo. De ahí surgen los mitos, y también los estigmas, consideró.

 

Expresó que en la actualidad existen ya algunos datos para estudiarla en seriedad, descubrir las verdaderas motivaciones de Nahui Olin que “la liberen para siempre de un mito condescendiente que no le hace ningún bien, toda vez que las mujeres deben estar en el lugar que ellas elijan, no en el que les asigne la sociedad”, concluyó.