• En el marco del centenario de su natalicio, se llevó a cabo la mesa redonda Alí Chumacero, bibliófilo en la Biblioteca de México
  • Participaron los escritores Marco Antonio Campos, Luis Chumacero, Bernardo Ruiz y Óscar Mata

La pasión que Alí Chumacero sentía por los libros era tan grande que llegó a generar un acervo de más de 46 mil volúmenes, incluyendo primeras ediciones y obras sumamente raras. Es por ello que, en el marco del centenario de su natalicio, fue recordado con la mesa redonda Alí Chumacero, bibliófilo, donde participaron los escritores y poetas Marco Antonio Campos, Luis Chumacero, Bernardo Ruiz y Óscar Mata.

 

El evento conmemorativo tuvo lugar en la Biblioteca de México, donde los participantes hablaron sobre experiencias de Chumacero y su pasión por los libros, recordando que el acervo personal del poeta oriundo de Nayarit fue donado a ese espacio hace seis años. 

Luis Chumacero, hijo del poeta, dijo que la biblioteca del autor de Poema de amorosa raíz se gestó en 1935, cuando contaba con 17 años. “Sus primeros libros fueron de la colección de José Vasconcelos”, indicó.

La devoción por los libros es una parte muy importante de cualquier escritor, señaló el narrador y divulgador científico, por eso debe estudiarse que Chumacero sentía un verdadero amor por las ediciones y tirajes limitados. Alí tenía obras rarísimas y su biblioteca fue un plan de lectura y de vida, no podía vivir sin libros. Como los grandes poetas, era conocedor de muchos temas.

Recordó que sus libros se cuentan por miles y abarcan una inmensa variedad de temas, desde antropología y medicina hasta las primeras ediciones de los poetas mexicanos del siglo XIX, como Acuña y Riva Palacio.

Chumacero mencionó que la biblioteca de su padre fue un lugar de investigación, consulta y de reuniones con amigos. “Yo considero que una biblioteca es la huella digital del lector, por eso aún me sigue sorprendiendo su colección de Shakespeare, es impresionante”.

También apuntó que ser bibliófilo es una profesión y afirmó que los autores de cabecera de Alí Chumacero fueron los poetas del siglo de oro, William Blake, Rainer Maria Rilke, T. S. Eliot y Stéphane Mallarmé.

En su intervención, el poeta y ensayista Marco Antonio Campos recordó que Alí vivía en la calle Gelati #36 y que “ha sido la única casa en la que me sentí absolutamente en confianza. Ir a Gelati era como acudir a un templo. Él era una extraordinaria persona”.

Y agregó que en sus charlas Alí daba cátedra: “Creo que vivió todos los  excesos, tenía grandes ocurrencias, pero era epigramático y un individuo muy lúcido. Hacía lo que se le daba la gana, fue un poeta mayor y una gran figura. Estuvo más allá de la envidia y el agravio”.

Bernardo Ruiz, poeta, escritor, ensayista, narrador y periodista, dijo que Alí sigue siendo una conciencia determinante en nuestras vidas. Además, relató que Chumacero estuvo fascinado por el siglo de oro español y disfrutaba del whisky, las mujeres, la amistad y los libros. También explicó que sus poemas, más que entenderlos, hay que leerlos y gozarlos, ya que varios de ellos fueron eminentes profecías.

Cerca del final de la mesa redonda, el poeta Óscar Mata dijo que conoció a Chumacero hace más de 45 años, y fue “debido a que le enseñé mis primeros textos y se interesó por lo que yo hacía”.

Señaló que su labor como editor es una referencia obligada en las letras mexicanas de los años 50 a los 60. “Nos enseñó el valor de los libros, de ahí que no sienta más que admiración hacia Alí Chumacero”, finalizó.

 

 

 

 

 

Participaron los escritores Marco Antonio Campos, Luis Chumacero, Bernardo Ruiz y Óscar Mata