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Siempre habrá para el lenguaje hablado y no hablado la oportunidad de reinventarse y recrearse. La palabra nos hace visibles y es la mejor herramienta del ser humano; es revolucionaria y pacífica a la vez. El poder de la palabra es inagotable.

 

Así lo dijo la destacada narradora oral argentina Marcela Sabio, quien participó en el ciclo Temprano cuentan los abuelos, que en esta ocasión se enmarcó en el XXIX Festival Internacional de Narración Oral Cuéntalee, que se desarrolla en diversos espacios de la Ciudad de México, con el apoyo del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), hasta el domingo 22 de julio.

Entrevistada por el INBA, Sabio habló sobre el importante papel de los narradores orales escénicos en la actualidad, cuando “ya no nos hablamos ni nos vemos a los ojos”.

Mi función como narradora oral escénica, dijo, consiste en transmitir mis experiencias y crear espacios de encuentro, en donde todos podamos contar y contarnos, así como compartir lo que nos pasa a través de la ficción, es decir, esa otra realidad que nos permite pensarnos de otra manera.

Un narrador oral escénico, añadió, es una especie de sacerdote que auspicia un encuentro ultraterrenal en el que todos son coinventores. “No somos actores ni escritores, tenemos algo de ambos. Es un acto de comunicación supremo que incluye al otro, por eso recurrimos a muchas herramientas, como el uso de la voz, el gesto, la palabra, la antropología, la sociología, la comunicación y las artes”.       

La también actriz y compositora apuntó: “Para mí, no hay nada más provocador y conmovedor que un ser humano hablando con otro, mirándole directamente a la cara. En ese momento, la palabra no miente, reconocemos la felicidad o la tristeza. Nuestra mayor herramienta es y ha sido la palabra, la mejor democratizadora del mundo”.    

 Y sentenció: “El futuro de esta actividad es incierto, pero hoy estamos construyendo historias que mañana serán leyendas urbanas. El objetivo de la narración oral escénica es contar para que no nos olviden”.