• En el conversatorio Instrucciones para leer a Jorge Ibargüengoitia se abordó la obra dramatúrgica y narrativa del autor guanajuatense

“En el análisis de la obra narrativa del escritor Jorge Ibargüengoitia a 90 años de su nacimiento no debemos omitir que su formación primigenia incluye un periodo considerable dedicado a la dramaturgia ni que los primeros diez años de su carrera se desarrollaron en el ámbito teatral”, refirió el director de escena y dramaturgo Richard Viqueira al participar –mediante un texto enviado– en el conversatorio Instrucciones para leer a Jorge Ibargüengoitia, el miércoles 24 de enero en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, en el que participaron también los escritores Tanya Huntington, Verónica Murguía y César Tejeda.

 

En la sesión moderada por Héctor Orestes Aguilar, quien dio lectura a la participación de Viqueira, este recordó que el escritor guanajuatense hizo estudios de teoría y composición dramática en 1951 y comenzó a destacar con la obra Susana y los jóvenes. Después, obtuvo las becas del Centro Mexicano de Escritores y de la Fundación Rockefeller, y en 1956 fue seleccionado por la Junior Artist in Residence para estudiar en la Universidad de Stanford.

 

No obstante –dijo Viqueira–, en 1956 inició su periodo de crisis que se podría situar a partir de la presentación de su tesis de maestría enfocada al arte dramático. En ese tiempo también incursionó en la crítica teatral, en la que dejó un amplio legado. Sin embargo, en 1963 el escritor rompió con el teatro de forma definitiva, justo cuando su obra El atentado ganó el Premio Casa de las Américas.

 

Viqueira expuso que la labor de Ibargüengoitia en el teatro fue fructífera y ayudó a enriquecer la dramaturgia mexicana contemporánea mediante ideas que cuestionaban al teatro mismo y que encuentran sentido en la realidad teatral de nuestra época.

 

En ese sentido, consideró que, tal vez, ello derive del hecho de que dos de los más destacados teatristas mexicanos fueron sus mentores: Rodolfo Usigli y Salvador Novo, pero también que su vena crítica ya se advertía desde su tesis de maestría y su sentido sarcástico de la realidad mexicana que no se regulaba por “lo políticamente correcto”.

 

Por su parte, Tanya Huntington reflexionó en torno a la comedia como género literario, en el que se desarrolló la obra de Ibargüengoitia. Señaló que en la literatura mexicana este género ha sido menospreciado, mientras que la tragedia se ha ensalzado. “La comedia, con su humor, es el género más subversivo. Quizá por eso no gana premios, mientras que la tragedia sí. Con la muerte temprana de Ibargüengoitia, la tragedia volvió a ganar a la comedia”.

 

César Tejeda aseveró que Ibargüengoitia recurría a la novela como disfraz: “Planteaba escenarios y personajes distantes, pero sobre una realidad cercana”. Asimismo, se refirió al humor en la obra de Ibargüengoitia, que el escritor extraía de la vida cotidianidad de la sociedad mexicana y lo plasmaba en sus novelas y en sus numerosos artículos en periódicos y revistas. De tal forma que, dijo, leer a Ibargüengoitia es fundamental para entender la vida de los mexicanos.