• María Baranda, Micaela Morales López y Jaime Labastida hablarán de su vida y obra 
  • Hay poetas populares que luego pierden su vigencia, él quizá vaya en sentido inverso: un poeta no popular que va a ser al final del tiempo mucho más conocido de lo que es ahora, dijo Jaime Labastida 
  • Martes 17 de octubre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce

  

La Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes recordará al poeta Juan Bañuelos (1932- 2017) el próximo martes 17 de octubre a las 19:00, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. María Baranda, Micaela Morales López y Jaime Labastida hablarán de la vida y obra del creador chiapaneco. La entrada será libre y el cupo limitado.

La poesía de Juan Bañuelos, decía su colega argentino Juan Gelman, embellece aquello de su entorno que a la razón transgrede, funde su mito personal con los mitos del pasado y en sus palabras conjuga a los contrarios y los ciñe en una unidad metafísica. La voz crítica de Bañuelos apela a la palabra justa y la plasma en lo que Pedro Ángel Palou refirió como poesía social. Su compromiso con la realidad social lo manifestó desde su primer libro, Puertas del mundo, y se involucró con el movimiento zapatista, así como con los derechos de los pueblos indígenas.

 

En entrevista, Jaime Labastida recordó que Bañuelos siempre defendió su poesía, sobre todo la que tuvo cierto eco de la poesía mesoamericana. También resaltó que la influencia que tuvo del sistema poético de la Biblia —en la traducción de Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina— le dio gran dimensión a su poesía, ya que las características del libro sacro, sus grandes y amplios versículos, no se conocían en la poesía mexicana.

 

“Los primeros libros de Juan son parsimoniosos, de amplitud de versificación, de versículos más que de versos al estilo de la Biblia. Digamos, es un tono que no se conocía en la poesía mexicana. Su obra es muy importante. Por desgracia no es un poeta conocido, Juan Bañuelos no es un poeta al cual la gente se acerque demasiado. Hay poetas populares que luego pierden su vigencia, él quizá vaya en sentido inverso: un poeta no popular que va a ser al final del tiempo mucho más conocido de lo que es ahora”, comentó.

 

Miembro fundador del Ateneo de Chiapas, Juan Bañuelos coordinó varios talleres de poesía de la UNAM y de las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas. Puertas del mundo, en La espiga amotinada (1960); Escribo en las paredes en Ocupación de la palabra (1965), Espejo humeante (1969), No consta en actas (1971), Destino arbitrario (1982), Donde muere la lluvia (1992) y El traje que vestí mañana(2000), forman parte de su obra publicada, la cual ha sido traducida al checo, polaco, húngaro, noruego, sueco, búlgaro, rumano y alemán.

 

La poesía de Bañuelos fue reconocida con numerosos premios, entre los que destacan el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes en 1968, por el Espejo humeante, y el Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada en 2001, por El traje que vestí mañana. En sus inicios el escritor chiapaneco formó parte del grupo integrado por cinco poetas mexicanos que en 1960 publicaron el volumen colectivo La espiga amotinada, el cual reunía: Puertas del mundo de Juan Bañuelos; La voz desbocada de Óscar Oliva, La rueda y el ecode Jaime Augusto Shelley, Los soles de la noche de Eraclio Zepeda y El descenso de Jaime Labastida.

 

“No teníamos temática en particular, mucha gente pensó que éramos poetas de carácter social, de carácter político. Funcionábamos como una especie de taller de poesía, pero sin maestros. Cada uno de nosotros tenía una ruta propia. Nos reuníamos una vez por semana, a veces dos, y leíamos nuestros propios poemas y los ajenos. El que nos dio consciencia de grupo fue Agustí Bartra, un gran poeta del exilio español. Él fue quien nos indicó cuál era el camino posible para todo lo demás”, finalizó Labastida.