• Conformado por textos que hablan de momentos condensados en ficciones breves
  • Participarán Rosina Conde y la autora
  • Jueves 10 de agosto a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia

  

El libro rumores de hojarasca de Elsa Fujigaki Cruz está conformado por una serie de textos escritos en prosa poética que hablan de momentos condensados en ficciones breves, como flashazos sobre situaciones íntimas, de los cuales hablarán Rosina Conde y la autora este jueves 10 de agosto a las 19:00 en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.

Elsa Fujigaki Cruz concibió esta obra como una triada de historias, dos de ellas de ficción y una autobiográfica, en las cuales se exploran viajes personales a través del entretejido de las palabras; se narran las peripecias de la lectura y, desde la fantasía, se rescatan experiencias infantiles. La primera parte se titula Tejedora, la segunda En busca del lector y termina con Fragmentos. Todas ellas están ilustradas con imágenes hechas por la propia autora.

 

La historia de La tejedora es un relato intimista que aborda la experiencia de una mujer al rememorar partes de su vida, mientras vive cerca del mar. Una mujer que siempre leva anclas en un bote al finalizar el día, con un poco de dolor.

 

“La tejedora es alguien en constante búsqueda, tal vez no con certeza sino con la necesidad de buscar y, en el transcurso de eso, va teniendo todo tipo de experiencias. Para mí es el transcurso de la vida. Sí hay dolor, pero no frena, no destruye, es parte de la vida de alguna manera y La tejedora va tocando diferentes experiencias o situaciones donde ella tiene que ponerse en juego como personaje; responder a una situación”, dijo en entrevista la también socióloga.

 

Algunos pasajes de este primer relato recuerdan a la figura mitológica de Penélope, sin embargo, en esta historia La tejedora vive otro tipo de experiencia, pues no está esperando la llegada de su amante, sino al contrario, está en búsqueda de sí misma. El mar es su morada. “Ella encuentra el vehículo para su búsqueda porque el mar también es movimiento, es como andar la vida. Entonces el mar se convierte en morada, movimiento, nos lleva a todos lados. Y a través de él accedemos a los ríos, a los lagos.

 

 “La tejedora acepta el reto que se le va presentando en el transcurso de su vida y vive diversas experiencias con la intensidad que ella les va encontrando. De alguna manera es un personaje más viajero que la propia Penélope, y aquí la idea de tejer y destejer es una analogía con esta. Penélope teje y desteje en las noches, pero aquí La tejedora teje palabras, relatos. En ese sentido, no es el hecho de que el recuerdo nos ayude a construirnos a nosotros mismos, sino el hecho de regresar a lo que nosotros somos, a lo que ella es, por eso al final busca nuevamente ese alimento de saber quién y de qué está hecha”.

 

La prosa poética que se lee en este libro fue un hecho deliberado por parte de su autora, pues la historia así lo requería. “Yo soy más bien narradora, cuentista, pero sí, en este caso el tema de La tejedora me llevaba al trabajo con el lenguaje, a pulirlo y buscar la sustancia que nos lleva mucho a lo poético, a pensar y concentrarnos en la escritura”.

 

En el apartado En busca del lector,  Elsa Fujigaki Cruz recuerda el inicio de su gusto por la lectura, a través del recuerdo de su niñez, y Fragmentos habla de una relación maternal.