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· La directora general del INBA, Lidia Camacho, hizo entrega del premio de Escritores para Escritores, a través del INBA y la Sociedad Alfonsina

· La poesía, un misterio que se cuestiona sobre sí mismo, dijo el poeta

· El canto y el vuelo, un libro singular, abierto a grandes horizontes: Castañón

 

“La poesía es y no es de nadie, pues la poesía debe ser hecha por todos y no por uno solo”. Así lo señaló el poeta Alberto Blanco al recibir de manos de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores.

 

En la ceremonia realizada el martes por la noche en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el INBA y la Sociedad Alfonsina Internacional (SAI), convocantes del certamen, hicieron entrega del reconocimiento al poeta, ensayista, traductor y artista visual Alberto Blanco por su libro El canto y el vuelo (anDante, 2016).

En el acto, acompañada por Felipe Garrido, presidente de la SAI, y por Angelina Muñiz-Huberman y Adolfo Castañón, integrantes del jurado calificador, la titular del INBA reconoció que el Premio Villaurrutia es uno de los más antiguos premios literarios y uno de los que despierta mayores expectativas.

Esta vez, dijo, su entrega coincide con el centenario de Juan Rulfo, el primer escritor en recibir este honor, que como lo proclama su leyenda, es un premio de escritores para escritores.

“Hoy el Premio Xavier Villaurrutia le corresponde a Alberto Blanco, poeta, ensayista, traductor, artista visual y autor de varias decenas de libros de poesía, muchos de ellos galardonados y traducidos a diversos idiomas.

“Alberto ha escrito tres libros sobre poética, de los cuales, el tercero, El canto y el vuelo, es precisamente el que lo ha hecho acreedor a este reconocimiento por parte de nuestra comunidad literaria. También es autor de dos volúmenes de ensayos sobre artes visuales, una actividad suya paralela a la poesía y a la poética, y como ellas, iluminadora”.

Al escribir estos ensayos, destacó la funcionaria federal, el poeta reconoce: “Mi mayor anhelo no ha sido ejercer la crítica de arte sino dar fe de la pasión de un poeta por las artes visuales”. Y agrega: “Me he resistido siempre a ser considerado un crítico de arte, porque a mí no me ha interesado criticar sino ver”.

Lidia Camacho recordó que por el poemario Amanecer de los sentidos, de Alberto Blanco, Álvaro Mutis escribió: “El minucioso y amoroso catálogo de instantes, animales, plantas, seres, soles y nocturnas revelaciones que nos presenta esta poesía, constituye, a mi modo de sentir, un oráculo terrible y un último grito de esperanza. Para decirlo de una manera más simple y directa, una oración”.

Querido Alberto, dijo Lidia Camacho al poeta galardonado, sabemos por ti que despertaste a la poesía, a la conciencia de ser poeta, cuando te percataste que con las palabras podías penetrar en la obscuridad y que el rayo de luz del lenguaje te permitía descubrir cosas que no habías visto antes. Entonces comenzó para ti el viaje de la poesía, ese viaje del que, enhorabuena, nos haces copartícipes”.

Es por ello, que, agregó, para la Secretaría de Cultura y para el INBA “es un honor entregarte esta distinción que esta noche en tu persona celebra a la poesía, un género que nos ha rendido buenos frutos con qué disfrutar y enaltecer nuestras vidas. Tenemos el compromiso, pero también el privilegio, de contribuir a su creación y a su difusión y aprecio. Felicidades, querido maestro”.

La poesía es un misterio

Al recibir el premio, Alberto Blanco comentó: “La poesía es un misterio. Esta es una sencilla frase, un lugar común, y al mismo tiempo, una verdad evidente, toda vez que, bien visto y reconsiderado, todo es un misterio”.

Para ilustrarlo, leyó el poema Misterios, del libro La hora y la neblina, el cual es, dijo, la reescritura de otro y otro y otro poema, “porque la poesía es y no es de nadie, pues la poesía debe ser hecha por todos, y no por uno solo”:

Hay misterios blancos, azules, verdes; misterios, rojos, misterios peces, misterios piano, misterios niños, misterios voladores, misterios flores, misterios sabios; hay misterios de los ojos, de los oídos, otros sordos, otros ciegos. Hay muchos más misterios que gente, que libros, que premios, casi no hay más que misterios.

Luego señaló: “La poesía es un misterio muy peculiar; no solo comparte con las demás artes una capacidad de ver y sentir el misterio, sino que se cuestiona sobre la naturaleza del mismo; para empezar, la poesía reconoce, y asume, paradójicamente, que todos los seres, los hechos, son como reales por un lado e irreales por el otro: un sueño. Este momento es el mejor ejemplo”.

Y agregó: “El Premio Xavier Villaurrutia, como todos los premios, es real e irreal al mismo tiempo. Mucho, poco o nada se podría decir sobre la irrealidad de los premios, y esta noche, porque es de elemental justicia, solo hablaré del lado real de los mismos. Lo primero que dije, he dicho y seguiré diciendo, es gracias, por darme este premio, al jurado, a la SAI y al INBA por su hospitalidad”.

Aún más, sentenció: “No es frecuente, es irreal, que el premio sea para un libro de poética, género minoritario. Sin embargo, hay que reconocer que hay ilustres antecedentes. Hace 60 años lo recibió Octavio Paz, y saberlo me conforta. Y me alegra que sea este libro el premiado, el tercero y último de una trilogía dedicada a explorar las relaciones de la poesía y un gran número de temas, porque, tal vez, podría llamar la atención de los volúmenes previos”.

Por el lado de la realidad, dijo, gracias a los maestros de mi oficio, a los primeros poetas que vieron en mis primeros libros la semilla de una obra poética: Mutis y Paz, y es que mi libro es un diálogo abierto con El arco y la lira de Paz. El canto y el vuelo es otro diálogo intenso con otro libro de poética fundamental para Hispanoamérica: La máscara, la transparencia, del poeta venezolano Guillermo Sucre, centrados en la práctica de la poesía y no en la crítica literaria.

Al final, dio gracias “a mis padres, que soportaron todos los inconvenientes de un hijo que decidió dedicar su vida al desconcertante camino de la poesía que a la química. A mis mis hijos, que me mantiene con un pie firme en la tierra; a mi esposa que ha sido compañera de aventuras inimaginables, aunque no hay que sorprenderse de que así haya sido, porque, después de todo, casi no hay más que misterios”.

En la ceremonia realizada en el Palacio de Bellas Artes, Angelina Muñiz-Huberman destacó que en los doce ensayos que conforman el libro ganador, Alberto Blanco hace más que nada reflexiones poéticas sobre el propio arte poético, sobre la razón de ser de la poesía.

Felipe Garrido hizo una semblanza de la vida y obra de Alberto Blanco, quien, dijo, ha dedicado su vida a la poesía, aunque diga que solo ha trabajado en tres libros.

Una sabiduría sin límites de la poesía y el arte

En su momento, Adolfo Castañón hizo un recuento del Premio Xavier Villaurrutia, fundado en 1955 por Francisco Zendejas, y el primero en recibirlo fue Juan Rulfo.

Luego hizo la lectura del acta del jurado en la que se establece que el libro ganador del Premio Xavier Villaurrutia para Alberto Blanco reúne doce ensayos que “exploran distintos tiempos y espacios con notable libertad imaginativa. Su escritura prueba, por lo demás, una sabiduría sin límites de la poesía y el arte.

“Los ensayos se abren a un mundo alimentado de ideas intensas y armadas con la sintaxis de realidades disímbolas. Se va de la ecología al sueño, de la pobreza al silencio, del humor a la ciencia. El canto y el vuelo es un libro singular, abierto a grandes horizontes”.

El canto y el vuelo (anDante, 2016) es el tercer libro de una poética conformada, además, por El llamado y el don (2011) y La poesía y el presente (2013), ambos publicados por la editorial Auieo. De esta manera, el también pintor cerró un ciclo en el cual se propuso reflexionar sobre la poesía y su práctica.